Ya sabemos que el modelo educativo actual, está basado en unos aprendizajes específicos con un baremo de contenidos muy concretos, que para nada tienen en cuenta la oportunidad que te da el equivocarte; sino al contrario, el fin es premiar los aciertos y penalizar lo fallos.
La cuestión es que este planteamiento no solo reduce las posibilidades de aprendizaje, sino que además genera miedo a equivocarse y frustración cuando ocurre. Es decir, nos enseñan e inculcan ese miedo a equivocarnos. Pero equivocarse es un proceso natural y positivo dentro del aprendizaje de cualquier alumno. Es un elemento inherente al propio aprendizaje.
Este miedo, además provoca en los niños, no solo que se frustren, sino que no se atrevan a experimentar, quieran hacerlo muy bien a la primera y en poco tiempo. Esto deriva en muchos casos, en desmotivación, desinterés, una actitud pasiva, no creativa y nada emprendedora.
Por este motivo surge Imagina, por la necesidad de dar a los niños la oportunidad de probar y experimentar, de errar y equivocarse, porque es la forma de favorecer el pensamiento lateral, fundamental para generar soluciones alternativas y la solución de problemas de manera creativa e imaginativa.
Son muchos los hallazgos del ser humanos que han surgido “gracias” a un error. Precisamente fruto del error es la Serendipia, un descubrimiento casual que ocurre cuando se está buscando otra cosa. La Serendipia enseña a no despreciar los errores sin analizarlos con detenimiento.
El descubrimiento de América, los rayos X, la penicilina, el teflón, el microondas, el velcro, el endulzante artificial o la viagra fueron grandes descubrimientos por error.
Equivocarse no es fracasar. Superar las consecuencias de nuestros errores nos hace crecer y progresar como persona, pero también profesionalmente. Equivocarse es parte del camino hacia el éxito.
Pero los errores no son solo oportunidades para aprender, según la profesora de matemáticas de la Universidad de Stanford Jo Boaler, en su artículo de la revista YouCubed, “Los errores desarrollan el cerebro” equivocarse aumenta la actividad sináptica, aunque no nos demos cuenta de ellos. Los errores no son solo oportunidades para aprender, sino que son también oportunidades para que el cerebro se desarrolle y crezca.
Artículo: Fundación Melior «Enseñar que equivocarse no es fracasar sino aprender»